sábado, 21 de septiembre de 2013

¡Viva Suecia!

¡Ay Suecia! Cuánto nos has dado al resto de europeos… De ti hemos aprendido las canciones de ABBA, hemos visto renos, hemos bebido el Aboslut IceBar, hemos probado tu comida ciertamente asquerosa y tu pescado podrido, pero también hemos disfrutado con tu maravillosa repostería y panadería.

Nunca he hablado de mi teoría gastronómica y lo voy a hacer ahora. Yo tengo la teoría de que en el hemisferio norte, y más concretamente en Europa, cuanto más al norte subimos la repostería va mejorando. Es decir, la calidad de la repostería es proporcional a la cantidad de kilómetros que subimos.

Y es que no hay dulce sueco más conocido que los “kanelbullar”, también conocido en la lengua de Don Quijote como “rollitos de canela”. IKEA ayudó a que en España se conociese este famoso dulce ya sea en forma lista para comer o congelada para hacerlos en el horno.


Su forma en espiral hipnótica, su olor a canela y su textura suave y esponjosa casi hojaldrada en su versión inglesa hace de este dulce un manjar que muy poca gente se resistir a comer (sólo los alérgicos a la canela y personas obsesionadas con el gimnasio). Por esta razón, hoy os traigo esta receta. También he decir que el ver en Instagram una foto de los “kanelbullar” de un tuitero me dio la idea de volver hacer este dulce ya que hacía años que no lo había vuelto a elaborar.

Cuando lo probéis solo podréis decir una cosa entre balbuceos y con la boca llena: ¡Viva Suecia!


Ingredientes:
500gr. de harina de fuerza
25gr. de levadura fresca/de panadero
250ml. de leche
75gr. de mantequilla
50gr. de azúcar
1 cucharadita de sal

Manteca, azúcar, canela (no utilicé cantidades exactas)

Elaboración:
Comenzando mezclando en un bol la harina, el azúcar y la sal. Por otro lado calentamos la leche a unos 37ºC (caliente pero que no llegue a quemar) y una vez que esté lista añadimos la levadura y la deshacemos en la leche. Tras esto añadimos a la mezcla de la harina la leche con la leche y la mantequilla en pomada. Con una cuchara de madera amasamos hasta que los ingredientes se unan. Pasamos la masa a una superficie enharinada y con la ayuda de más harina amasamos bien hasta que consigamos una masa lisa. Le damos forma de bola y la introducimos en el bol tapada con un film transparente o un trapo y la dejamos reposar hasta que doble o triplique su tamaño (2 ó 3 horas).

Pasado este tiempo volvemos amasar en una superficie enharinada sacando el aire que se ha formado en el interior de la masa. Después os recomiendo dividir la masa en dos para que sea más fácil manejarla. Con un rodillo estiramos la masa hasta formas un rectángulo de menos de 1cm. de grosor. Con la masa una vez estirada, cogemos una cucharada de manteca y con las manos vamos untándola por toda la superficie de la masa. Con el calor de las manos la manteca se irá derritiendo y será más fácil de usar. Debemos de proporcionar a la masa una capa generosa de manteca. No sé deciros las cantidades porque yo lo hice a ojo. Si hace falta más manteca cogemos otra cucharada y la untamos. A continuación cubrimos toda la superficie con azúcar y canela.

Tras esto, empezamos a enrollar la masa. Primero desde el lado más ancho formando un rollo. Lo único que queda ya por hacer es cortar la masa. En las fotos que os muestro muestran las dos formas en las que yo la corté. En rollitos o en cuadrados.





Colocamos las porciones en una bandeja de horno con papel apto para éste, pintamos cada rollo con huevo y con el horno bien precalentando introducimos la bandeja a unos 160ºC hasta que estén dorados. Dejamos enfriar.























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