viernes, 30 de agosto de 2013

Domingo en casa

Hay días en los que a uno le apetece estar solo, encerrado en casa y sin ganas de ver a nadie. Ya sea por un motivo de peso o simplemente por pereza o un momento de bajón. Primera advertencia: estar solo en casa con Twitter abierto también cuenta como estar solo.


Eso es lo que me pasó el domingo pasado. Mis padres se fueron a ver a unos familiares y no vendrían hasta la noche. No me encontraba con muchos ánimos en mi caso particular por culpa de pensamientos  de incertidumbre laboral, personal y ya de paso también incertidumbre estatal. Una vez que me pongo a ser pesimista y a pensar lo hago por todo el país que se me da muy bien.

Los planes que se me ofrecían tampoco me eran muy apetecibles en ese momento. No eran planes de gran peso que me hiciesen saltar del sofá con expectación por lo que me esperaba hacer. Pero algo tenía que hacer. Podría estar en el sofá sin hacer ni esperar nada o podría estar en el sofá esperando a que algo se hiciese en el horno. Por lo que me decidí a meterme en la cocina.

Cocinar de relaja, me anima, me motiva, me sorprende… En resumen, me fascina. Esto era lo que me hacía falta para sacarle algo de partido al día. Me decidí por unas magdalenas de chocolate blanco que nunca antes había probado. Además, tenía la excusa de que el día anterior había comprado un molde nuevo para magdalenas y no me podía esperar más a estrenarlo. Busqué la receta, saqué los ingredientes, los pesé y me puse manos a la obra.

Esta receta está extraída de un libro que compré hará unos dos años en Carrefour. A la vista parecía un libro de estos cutre (si fuese una cinta de casete estaría en una gasolinera) sin autor, pero a mí me llamó la atención y acabé por comprarlo. ¿Sabéis lo que os digo? Que no me arrepiento para nada de haberlo comprado. El libro está compuesto por 1000 recetas clásicas y riquísimas de repostería. Pero además, lo mejor de todo es la Introducción, los consejos y las preparaciones básicas como cremas, salsas, almíbares… Y otro aliciente en este libro es su presentación interior con letra cuidada y márgenes decorados. Mi consejo: es cierto eso de que nunca juzgues a un libro por la portada. A las personas sí, pero a los libros nunca los juzguéis por su portada.




Ingredientes:

250 gr. de azúcar (125 gr de azúcar normal + 125 gr. de azúcar de vainilla)
200 gr. de harina
4 huevos
125 gr. de mantequilla
Ralladura de un limón
½ sobre de levadura
140 gr. de chocolate blanco para fundir

Elaboración:

Trabajamos en un bol y con una espátula la harina, el azúcar, los huevos y la ralladura de limón durante 5 minutos hasta que la mezcla quede blanquecina y ligera. Después añadimos la mantequilla derretida y volvemos a mezclar hasta que ésta esté totalmente incorporada.

Derretimos el chocolate blanco poco a poco para que no se queme si lo hacemos en el microondas o al baño maría en un cazo. Una vez derretido incorporamos el chocolate a la mezcla moviendo en círculos para que se vayan mezclando todos los ingredientes. Tras esto, añadimos la levadura en forma de lluvia y continuamos meneando.  Cuando lo tengamos todo mezclado, dejamos reposar la mezcla en el frigo durante 4 horas.

Una vez pasado el tiempo, y tras precalentar el horno a 180ºC, ponemos la mezcla en moldes para magdalenas hasta unos 2/3 de su capacidad. Las metemos en el horno y terminamos la cocción a 160ºC para que el centro suba y termine de hacerse. Las sacamos y dejamos enfriar.



viernes, 23 de agosto de 2013

Universidad

La etapa de la que os hablaba en mi primer post comprende desde septiembre de 2006 hasta julio de 2013. 7 años llenos de personas, cuatro casas diferentes, un año Erasmus, experiencias, apuntes y lecturas. Y más apuntes. Pero todo esto se puede resumir en una palabra: UNIVERSIDAD.


Una licenciatura y un máster dieron para mucho. He podido conocer gente que finalmente se han convertido en amigos, he experimentado lo que es compartir un hogar y una cierta independencia, y también he cocinado mucho. Venga va.., lo reconozco, también he bebido mucho pero esto se debe perdonar porque uno era “joven y universitario”. 

Tengo la suerte de tener una madre que antes de que me fuese a la capital de provincia (sí, soy una provinciana de pega con su cesta con flores, delantal de lunares y pañuelo en la cabeza) me enseñó a cocinar algunos platos simples para poder sobrevivir a los años de universidad. Creo que fue ahí cuando empezó a picarme en gusanillo por la cocina y la repostería. Y echando la vista atrás pienso que he sido una de esas pocas personas que no gorroneaban a su madre poniendo cara de perrito lastimoso rogando unos tuppers de comida. Aunque con mi madre eso no pasa. Mi madre es como los bares y restaurantes de pueblo, “tú no pides, sino que son ellos los que te ponen” (gran frase de mi amigo C.).

En esto años ha sido cuando más he disfrutado de lo que me ha dado la cocina. Podía cocinar lo que quisiese y equivocarme las veces que quisiese. Las ventajas de vivir solo y que nadie vea los desastres a los que yo puedo llegar... Pero para este segundo post, aunque  yo considero que realmente es la verdadera prueba de fuego en la iniciación como blogero, me debatía entre una receta espectacular y que sorprendiese o una receta fácil y que también llegase a sorprender. Me he decantado por la segunda opción, la fácil. Por dos motivos principales: el primero porque esta receta me ha acompañado en mis desayunos de muchas mañanas antes de irme a clase o de ponerme a estudiar, y el segundo motivo es porque no sé hacer cosas espectaculares. Aún no.

Se trata de un bizcocho de manzana y canela muy fácil de hacer pero a la par es el perfecto acompañamiento a nuestro café y tostadas a primera hora de la mañana. Sobre todo digo que es muy fácil de elaborar porque no lleva muchos ingredientes y porque éstos se miden en vasos de yogur. Además este bizcocho nos ayuda a coger fuerzas para hacer frente a todo lo que se nos ponga delante a lo largo del día.

Espero que os guste ya que para mí éste es uno de mis bizcochos preferidos junto al de chocolate y al de plátano. Me encantaría que si lo llegáis a hacer me dijeseis qué tal os ha salido y cómo lo mejoraríais. 

Ingredientes:
1 yogur natural
1 vaso de yogur de aceite (mejor de girasol o de oliva suave)
2 vasos de yogur de azúcar (más una cucharada de azúcar de vainilla)
3 vasos de yogur de harina
1 manzana
1 cucharadita de canela
3 huevos
1 sobre de levadura

Elaboración:
En un bol batimos los tres huevos, el yogur, el aceite y el azúcar. En otro bol mezclamos la harina, la cucharadita de canela y el sobre de levadura. Tras esto añadimos los ingredientes secos tamizándolos al bol de los ingredientes húmedos y lo mezclamos todo con movimientos envolventes y suaves.

 Luego troceamos la manzana en dados pequeños y lo añadimos a la mezcla y volvemos a mezclar para que la manzana se introduzca bien en la masa. Lo volcamos todo en un molde previamente untado en mantequilla y harina para evitar que el bizcocho se pegue a los bordes.

Precalentamos el horno a 180Cº y una vez caliente introducimos el bizcocho durante 40 minutos. Como cada horno es un mundo, lo que yo hago es ir pinchándolo de vez en cuando con un cuchillo o una brocheta. Una vez que éste o ésta salgan limpios significa que el bizcocho está listo. Dejamos reposar y enfriar y a comer. 

*Con las temperaturas ahora en verano y más viviendo en Murcia yo recomiendo meter el bizcocho en el frigorífico para que aguante más. La manzana al ser fruta, y aunque está cocinada en el interior del bizcocho, puede ponerse en malas condiciones fuera del frigorífico. 

lunes, 19 de agosto de 2013

Toda receta tiene una historia detrás

Siempre he querido escribir. De hecho alguna parte de mí siempre he querido ser escritor o al menos colaborar en alguna edición. ¿Soy un escritor frustrado antes incluso de querer serlo? Quizás escritor sea una de esas palabras mayores que nos dan miedo utilizar. Incluso más que mayores, diría que palabras jubiladas. Ésta es la razón por la que muchas personas se creen buenos escritores y no aceptan críticas ni comentarios de sus lectores que son quienes les dan de comer en realidad. Y vosotros os preguntaréis: “¿Y qué tiene que ver que sea “escritor” una palabra mayor y que haya escritores que se creen buenos y que en realidad no lo son?”. Pues yo os lo explicaré encantado. En nuestra sociedad, o más bien en esta sociedad en la que prima la tecnología y el egoconsumismo juvenil, nuestros mayores cada vez son más menospreciados a los que la falta de respeto es cada vez más implícita en la edad. Soy de los que opinan que estos mayores, o a lo que viene a ser lo mismo “escritores”, son una fuente inagotable de información, sabiduría y aprendizaje; pero que sin en cambio los infravaloramos.

Pero no me quiero ir por las ramas y debo centrarme en el tema que nos acontece. O que a mí me acontece. Desde hace tiempo me ronda por la cabeza la idea de escribir (no me valgo de los tópicos de “expresar lo que siento y así poder desahogarme”) o empezar a escribir en un blog. Pero aquí surge la duda de: “¿Sobre qué escribir?”. Reconozco que no se me da bien hablar de mis sentimientos, más bien me resulta difícil (no os daré la tabarra con mis frustraciones y días pesimistas). Reconozco que no se me da bien imaginar personajes y tramas en las que un lector se enganche y se quede absorto con la historia (no os daré la brasa con historias como las de Ken Follet o George R. R. Martin). Reconozco que no se me da bien hacer bromas ingeniosas en las que estéis dos días acordándoos de mi gran chiste o ingeniosidad (no os daré la murga con chistes malos sin gracia alguna). ¿Y qué se me da realmente bien a mí? Pues creo que nada.

Otra cosa bien diferente a todo esto es lo que te guste hacer. No soy escritor, pero me gusta leer. No soy cocinero ni repostero, pero me gusta cocinar y la repostería. Con ambas cosas me relajo y me puedo evadir de problemas y momentos en los que uno a veces incluso de cuestiona su existencia en este mundo. Por eso doy el paso a empezar este blog intentando combinar las ambas facetas.

Llevo años leyendo blogs. Son las páginas y las plumas de escritores a los que no se les da la oportunidad de publicar lo que crean. Soy muy vergonzoso y me da “cosa” que lean lo que escribo pero en cierta parte esto que escribo es lo que diría en una conversación con un amigo mientras tomamos un café o cenamos. Se me viene a la cabeza una película y un blog.  Ambos muy similares o al menos eso es lo que me transmite a mí (espero no estar metiendo la pata ni ofender a nadie con esto, lo hago desde el respeto y la admiración). Se trata de la película Julie&Julia y del blog de Mikey Fermández. Adoro como se combina una experiencia de la vida con la cocina, como se relaciona una historia específica con una receta concreta.


No sé como resultará esta experiencia y si dará lugar a muchas recetas en este blog. Quizá todo sea el resultado de un cúmulo de miedos, frustraciones, dudas e inseguridades de una nueva etapa que empieza. O que quiero que comience.