domingo, 1 de diciembre de 2013

Recursos

Hay fechas señaladas a lo largo del año que se deben celebrar o intentar celebrar sí o sí, ya sea como pretexto para meterte en la cocina y crear o como excusa para reunirte con tu grupo de amigos y amigas. Sin embargo, debido a circunstancias incontrolables que se nos escapan de las manos y difíciles de comprender por nuestra mente, estas celebraciones se ven mermadas en importancia debido a esas circunstancias.

Hace unas semanas  fue mi cumpleaños y desde hace  ya unos años he tomado la costumbre (y espero que se acabe convirtiendo en costumbre y tradición) de celebrarlo preparando una pequeña merienda para mi grupo de íntimos. Aunque siempre se acaba celebrando con más personas más tarde.

Cómo es habitual en mí la merienda se me fue de las manos y acabé con dos brioches diferentes y magdalenas. Uno de los brioches llevaba chocolate y el otro de crema pastelera, y las magdalenas estaban rellenas de dulce de leche.

Desde hacía tiempo ya había echado el ojo a unos cupcakes de dulce de leche en el blog del magnífico Mike Fernandez y estaba deseando tener una oportunidad para probar a hacerlos. Pero lo que pasa siempre…, te pones a organizarlo todo y lo que más te falta es tiempo. Debido a este contratiempo tuve que improvisar y modificar la receta intentando no “estropearlos” pero intentando que tuviesen la misma esencia, es decir, que el dulce de leche estuviese presente. Por este motivo acabé haciendo unos cupcakes con corazón de dulce de leche.


Ingredientes:
90 gr. de harina
1 cucharadita de levadura en polvo
1 pizca de sal
115 gr. de mantequilla
225 g. de azúcar
2 huevos
3 cucharaditas de extracto de vainilla
250 ml. de leche


Elaboración:
Comenzamos precalentando el horno a 200ºC. En un bol mezclamos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar hasta obtener una especie de crema. Tras esto, añadimos los huevos de uno en uno dejando que se incorpore bien el primero antes de incorporar el segundo y añadimos la vainilla.


En otro bol mezclamos la harina, la levadura y la sal y lo removemos bien. Después añadimos la mitad de la harina a la mezcla de los huevos y la mantequilla, incorporamos la leche, mezclamos bien y terminamos añadiendo el resto de la harina. Ya sólo queda verter la mezcla en las cápsulas de las magdalenas llegando solo hasta la mitad. Ahora es cuando añadimos a la mezcla de las cápsulas una cucharada de dulce de leche en el centro. Añadimos una última cucharada de maza para tapar el dulce de leche e introducimos las magdalenas en el horno bajando la temperatura a 180ºC durante unos 20 ó 25 minutos. Finalmente las dejamos enfriar bien antes de comerlas. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

Semanas express, fines de semana relajados

Esta receta no podría estar más en consonancia con esta entrada. Una receta rápida para una entrada express. Y es que a veces nuestro ritmo de vida, ya sea por circunstancia personales, laborales o simplemente porque no sabemos estarnos quiero sin parar ni un segundo, la cocina debe de adaptarse a estas situaciones. Pero que una receta sea rápida no debe de ser sinónimo de una receta sosa e insulsa. Para nada.

He de reconocer que no soy muy fan de las recetas express que muchos libros y blogs nos ofrecen. Yo soy más partidario de disfrutar con lo que hacemos en la cocina y apreciar el proceso y la lenta transformación de los productos de simples alimentos a ricas y sublimes recetas. Pero las circunstancias son las que son. Si durante la semana no paramos ni un segundo y solo vemos la cocina 5 minutos mientras hacemos el café o nos preparamos un vaso de leche en el microondas, podemos aprovechar los fines de semana para sacarle partido y darle uso a ese elemento que se llama horno. 

La receta que aquí os traigo me la prometía así, express. Bueno…, literalmente me la pintaban como “bizcocho-todo-en-uno”. Me animé a probarlo y dio buen resultado. Os animo a que lo hagáis si necesitáis un bizcocho de chocolate rápido y rico para una merienda o visita improvisada.




Ingredientes:
4 huevos
225gr. de mantequilla
225gr. de azúcar
225gr. de harina
25gr. de pepitas/lágrimas de chocolate
1 cucharadita de levadura de repostería
2 cucharadas de cacao en polvo

Elaboración:
Sólo hay que seguir dos pasos importantes. El primero es que estén todos los ingredientes a temperatura ambiente, sobre todo los huevos y la mantequilla. Y el segundo es que se tamicen juntos la harina, el cacao en polvo y la levadura. Tras estos dos simples pasos sólo queda juntar todos los ingredientes en un bol y batirlos bien.  Por último añadimos las pepitas de chocolate.

Una vez que tengamos esta parte lista, vertemos la mezcla en un molde previamente engrasado y enharinado para evitar que se pegue el bizcocho a los bordes de éste. Habiendo precalentado el horno con anterioridad a unos 180ºC introducimos la mezcla hasta que esté bien cocina y que al introducir un palo o cuchillo éste salga limpio.


sábado, 19 de octubre de 2013

Recomendaciones médicas

Los médicos no recomiendan comer al menos una pieza de fruta al día. Y yo reconozco que la fruta fresca es uno de esos placeres muy poco comparables. Pero el problema hoy en día es que la fruta que compramos en los supermercados, más que fruta es una lotería porque no sabes el sabor que tendrá. O mejor dicho, si tendrá sabor o no. Porque mira que hay veces que parece que estás comiendo un trozo de corcho en vez de una fruta nacida de un árbol o un arbusto.

Referido a esto, si prestáis de nuevo un poco de atención a la segunda línea podréis deducir que no soy muy fan de la fruta cocinada. Por ejemplo, odio las compotas y las frutas asadas como pueden ser las manzanas o las peras al vino.

A pesar de ello, me he decidido y atrevido a ponerme manos a la obra con una tarta de manzana. Ésta es una de las pocas frutas que puedo decir que “tolero” cuando está incorporada en pasteles, tartas o bizcochos. Creo que es por su sabor suave y que cuando le muerdes, por ejemplo a un bizcocho de manzana y canela, el sabor se intuye ligeramente.

Obviamente, en esta tarta de manzana el sabor es más intenso pero el aroma del limón también juega un papel importante en la receta. Si os animáis a hacer esta receta contadme qué os ha parecido y si os ha gustado.




Ingredientes:
1kg de manzana golden
12 cucharadas de azúcar
4 cucharadas de harina
4 cucharadas de maizena
12 cucharadas de leche
2 huevos
Ralladura de un limón
1 sobre de levadura
Mermelada de melocotón o albaricoque
Zumo de un limón

Elaboración:
Comenzamos introduciendo en un bol el azúcar, la harina tamizada, la maizena, la levadura, la leche, los dos huevos y las manzanas peladas, descorazonadas y partidas en trozos (reservaremos unas lonchas para decorar la parte superior). Con una batidora lo batimos todo hasta obtener una crema que volcaremos en un molde, si es redondo mejor, en el que habremos puesto papel de horno en el fondo. A continuación colocamos las lonchas de manzana que teníamos reservadas y las colocamos sobre la mezcla a nuestro gusto.


Con el horno precalentado a 180ºC introducimos la tarta en él y lo mantendremos allí hasta que esté dorada y al introducir un palito o un cuchillo éste salga limpio. Ya sólo queda mezclar dos o tres cucharadas de mermelada que hayamos elegido con unas gotas de limón y pintamos la superficie de la tarta (este paso es opcional, ya que podéis dejar la tarta tal y como sale del horno o solo pintar con mermelada sin añadirle las gotas limón). Lo dejamos enfriar por completo y ya podemos disfrutarla.

viernes, 4 de octubre de 2013

Debilidades y pecados

Durante siglos nos han estado comiendo la cabeza e intentando adoctrinar diciéndonos que las debilidades son malas para el cuerpo y especialmente para la mente. Nos han hecho creer que las debilidades son equiparables a los pecados como la lujuria, la avaricia o la gula. Mi pecado favorito es la gula. Simplemente ya el sustantivo lo aduro cuando me llena la boca al pronunciarlo.

Pero ya va siendo hora de que alguien ponga las cartas sobre la mesa y que diga las cosas bien claras. Por un lado, los pecados no dejan de ser pecado. Estos hacen a las personas débiles, que es muy diferente a que una debilidad acabe en pecado. Porque una debilidad no está obligada a acabar en pecado. Y aquí llegamos a la cara B del asunto. Un poco de debilidad no hace mal a nadie. Por ejemplo, imaginemos que entramos en una habitación toda de blanco donde justo en el dentro hay una mesa con un mantel también blanco. Sobre esta mesa no encontramos un plato, también blando, con unas galletas doradas por el centro con los bordes marroncitos apiladas unas sobre otras haciendo una pirámide. Y claro…, nuestra debilidad son las galletas… El autocontrol consiste con llegar a conseguirse comer tres o cuatro de estas galletas. No más. La gula consistiría en perder ese autocontrol y acabar con el plato vacío, con sus terribles estomacales consecuencias.

Lo que vengo a decir claramente con toda esta parrafada es que podemos comer cualquier cosa pero con su justa medida. Este concepto puede ser extrapolado a cualquier dichosa dieta de adelgazamiento que lo único verdaderamente que hacen es frustrar a todo el personal aquí presente.

¿Y qué es lo que os traigo hoy? Pues ¡¡GALLETAS!! Éstas son unas galletas de mantequilla con un ligero aroma y sabor a cítricos. Son espectaculares y llegan a durar bastante tiempo si las conservamos en un envase hermético.






Ingredientes:
200gr. de harina
¼ de cucharadita de levadura
Una pizca de bicarbonato sódico
¼ de cucharadita de sal
115gr. de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo (L)
100gr. de azúcar blanco
100gr. de azúcar moreno
1 cucharada de zumo de limón o lima
Ralladura de un limón o lima
Azúcar glasé

Elaboración:
Comenzamos batiendo la mantequilla con los dos tipos de azúcar. Después se añade el huevo, el zumo del limón o la lima y la ralladura de los cítricos y seguimos batiendo hasta que esté todos los ingredientes bien mezclados. A continuación incorporamos la harina, la levadura, el bicarbonato y la sal a la mezcla anterior tamizándolos. Volvemos a mezclar todo hasta que consigamos una masa homogénea y pegajosa.

Una vez hecha la masa la tapamos y la dejamos reposar y enfriar en la nevera entre 30 y 60 minutos. Cuando haya transcurrido el tiempo sacamos la masa y hacemos bolitas. Para ellos nos ayudaremos del azúcar glasé para que no se nos quede todo pegado a las manos. Vamos colocando las bolitas en una bandeja cubierta con papel de horno y dejando varios centímetros de separación entre ellas ya que cuando estén en el horno se expandirán hacia los lados.

Teniendo ya precalentado el horno a 180ºC introducimos las bandejas en éste y las cocinamos hasta que veamos cogen un color dorado (un 10 minutos). No os asustéis si al tocarlas notáis que están blandas. Una vez que se enfríen se endurecerán y quedarán crujientes.


viernes, 27 de septiembre de 2013

Especias con sabor a vida

El mundo de las especias es maravilloso, enigmático e incluso mágico. Las especias llenan nuestros platos de sabor y nuestra vida de color. Nos ayudan en las digestiones, son medicinales y dan mucho juego en la cocina.

Pero personalmente hay una especia que para mí es la reina de todas ellas. Sobresale de entre las demás por su sabor, por su color, por su aroma inconfundible. Ésta es la canela. Si la vida tuviese un sabor yo creo que sería a canela. No hay nada más que mirar el último post y este. Dos recetas con canela, 2x1 en el mismo blog y con una semana de diferencia, ¡oiga!

Hoy os dejo un riquísimos bizcocho de canela y manzana que si hacéis no os defraudará. La manzana en su interior se cocina mientras el bizcocho se hornea dando un toque extra de jugosidad. Es un bizcocho muy esponjoso y espectacular en sabor.

Ingredientes:
3 huevos
250gr. de harina
1 cucharadita de canela
1 manzana
1 sobre de levadura
1 vaso de aceite vegetal
200gr. de azúcar

Elaboración:
En un bol batimos los huevos, el azúcar y el aceite hasta que la mezcla coja consistencia y blanquee. En otro recipiente mezclamos la harina, la levadura y la canela juntas y las vamos añadiendo poco a poco al bol de los huevos tamizando con la ayuda de un colador.

Tras esto, pelamos la manzana y la cortamos en dado pequeños que incorporamos a la mezcla y removemos todo con movimientos envolventes y suaves.


Por último sólo queda engrasar y enharinar el molde donde vayamos a hacer el bizcocho, vertemos la mezcla en éste y horneamos a 180ºC hasta que introduzcamos un palito y éste no salga manchado.

*Disculpadme que no haya acompañado la receta con ninguna foto de este bizcocho, pero figuradamente ¡voló!

sábado, 21 de septiembre de 2013

¡Viva Suecia!

¡Ay Suecia! Cuánto nos has dado al resto de europeos… De ti hemos aprendido las canciones de ABBA, hemos visto renos, hemos bebido el Aboslut IceBar, hemos probado tu comida ciertamente asquerosa y tu pescado podrido, pero también hemos disfrutado con tu maravillosa repostería y panadería.

Nunca he hablado de mi teoría gastronómica y lo voy a hacer ahora. Yo tengo la teoría de que en el hemisferio norte, y más concretamente en Europa, cuanto más al norte subimos la repostería va mejorando. Es decir, la calidad de la repostería es proporcional a la cantidad de kilómetros que subimos.

Y es que no hay dulce sueco más conocido que los “kanelbullar”, también conocido en la lengua de Don Quijote como “rollitos de canela”. IKEA ayudó a que en España se conociese este famoso dulce ya sea en forma lista para comer o congelada para hacerlos en el horno.


Su forma en espiral hipnótica, su olor a canela y su textura suave y esponjosa casi hojaldrada en su versión inglesa hace de este dulce un manjar que muy poca gente se resistir a comer (sólo los alérgicos a la canela y personas obsesionadas con el gimnasio). Por esta razón, hoy os traigo esta receta. También he decir que el ver en Instagram una foto de los “kanelbullar” de un tuitero me dio la idea de volver hacer este dulce ya que hacía años que no lo había vuelto a elaborar.

Cuando lo probéis solo podréis decir una cosa entre balbuceos y con la boca llena: ¡Viva Suecia!


Ingredientes:
500gr. de harina de fuerza
25gr. de levadura fresca/de panadero
250ml. de leche
75gr. de mantequilla
50gr. de azúcar
1 cucharadita de sal

Manteca, azúcar, canela (no utilicé cantidades exactas)

Elaboración:
Comenzando mezclando en un bol la harina, el azúcar y la sal. Por otro lado calentamos la leche a unos 37ºC (caliente pero que no llegue a quemar) y una vez que esté lista añadimos la levadura y la deshacemos en la leche. Tras esto añadimos a la mezcla de la harina la leche con la leche y la mantequilla en pomada. Con una cuchara de madera amasamos hasta que los ingredientes se unan. Pasamos la masa a una superficie enharinada y con la ayuda de más harina amasamos bien hasta que consigamos una masa lisa. Le damos forma de bola y la introducimos en el bol tapada con un film transparente o un trapo y la dejamos reposar hasta que doble o triplique su tamaño (2 ó 3 horas).

Pasado este tiempo volvemos amasar en una superficie enharinada sacando el aire que se ha formado en el interior de la masa. Después os recomiendo dividir la masa en dos para que sea más fácil manejarla. Con un rodillo estiramos la masa hasta formas un rectángulo de menos de 1cm. de grosor. Con la masa una vez estirada, cogemos una cucharada de manteca y con las manos vamos untándola por toda la superficie de la masa. Con el calor de las manos la manteca se irá derritiendo y será más fácil de usar. Debemos de proporcionar a la masa una capa generosa de manteca. No sé deciros las cantidades porque yo lo hice a ojo. Si hace falta más manteca cogemos otra cucharada y la untamos. A continuación cubrimos toda la superficie con azúcar y canela.

Tras esto, empezamos a enrollar la masa. Primero desde el lado más ancho formando un rollo. Lo único que queda ya por hacer es cortar la masa. En las fotos que os muestro muestran las dos formas en las que yo la corté. En rollitos o en cuadrados.





Colocamos las porciones en una bandeja de horno con papel apto para éste, pintamos cada rollo con huevo y con el horno bien precalentando introducimos la bandeja a unos 160ºC hasta que estén dorados. Dejamos enfriar.























viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Pan con pan, comida de tontos?

Alimento primitivo, alimento básico o de primera necesidad, pan… Llamadlo como queráis pero es un alimento que está demasiado infravalorado en la actualidad. Para mí elaborar pan es una de las recetas más difíciles que existen.


El pan ha pasado de ser un alimento sagrado en las sociedades paleocristianas a ser simplemente un acompañamiento de nuestros platos. O también eso conocido como “con lo que se empuja la comida”. El pan es un alimento lleno de sabor y textura que varía dependiendo de sus ingredientes y forma por lo que cada variedad de pan casa mejor o peor dependiendo del plato con lo que se acompañe. Igual que un vino no queda a la sombra de un plato el pan tampoco puede menospreciarse.

Desde siempre la receta para elaborar pan me ha parecido muy fácil. Es una receta que se puede hacer con tres ingredientes básicos: harina, agua y levadura. Sin embargo, no fue hasta el momento exacto en el que me puse a llevar a cabo la preparación de un pan cuando me di cuenta de lo complicado que es. Y es que entran en juego muchos factores: el tipo de harina que uses, la levadura, el tiempo de fermentación, la humedad, la temperatura, los ingredientes que se añaden…

Pero a pesar de todo ello, el pan es una receta que a la hora de consumirla se puede disfrutar en una diversidad inmensa de maneras. Puede hacerse en tostadas con aceite o mantequilla y mermelada, en las comidas, en bocadillos, sandwiches, croutons, etc. 

Esta receta que os dejo hoy es para hacer un pan básico, blanco, al que podéis añadir los ingredientes que más os gusten. En mi caso yo a uno le añadí frutos secos. éste es exquisito en tostadas con aceite. 



Ingredientes:

500 gr. de harina
300 ml. de agua templada
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de azúcar
15 gr. de levadura de panadero

Elaboración:

En un bol mezclamos la harina, la sal y el azúcar y lo integramos todo bien. Añadimos la levadura en los 100 ml. del agua que teníamos, la disolvemos bien y la añadimos a la harina. Mezclamos todo y vamos añadiendo poco a poco el agua restante. Puede darse la posibilidad de que no tengamos que utilizar toda el agua, de hecho seguro que sobra.

Después de que hayamos amasado con las manos, volcamos todo en una superficie enharinada y trabajamos la masa entre 5 y 10 minutos hasta que tengamos una masa suave.  Hacemos una bola y la colocamos en el bol tapada con un trapo dejándola que repose y doble su volumen durante al menos 1 hora en un lugar templado. No muy frío porque si no no subirá el pan. Pasado este tiempo volvemos a trabajar un poco la masa.

Es en este punto en el que podemos dividir la masa para hacer dos panes, o hacer uno solo, o añadir cualquier ingrediente que queramos a la masa. Yo, por ejemplo, hice uno con la masa simple y sin añadir nada y otro con frutos secos como nueces, almendras y avellanas. Una vez que tengamos las distintas masas les damos forma, le hacemos unos cortes no demasiado profundos y los colocamos en una bandeja. Hay que tener dos cosas en cuenta: la primera es que hay que volver a dejar la masa reposar durante 1 hora antes de meterla al horno por lo que la levadura actuará y la masa subirá y la segunda cosa a tener en cuenta es que en el horno aumentará de tamaño aún más. Por lo tanto, hay que dejar suficiente espacio entre una masa y otra para que al elevar no se peguen.

Encendemos el horno a 200Cº, dejamos que se caliente y cuando vayamos a meter el pan bajamos a 180Cº. Dejamos el pan cocer hasta que veamos que coge un color dorado. 




sábado, 7 de septiembre de 2013

Recuerdos

Conforme uno va cumpliendo años y haciéndose cada vez mayor es cierto que cualidades propias de la juventud se van perdiendo. Pero en cambio hay algunos sentidos que se agudizan con el paso del tiempo y éste es el caso del sentido del gusto.

Cuando somos niños no toleramos el sabor de algunas verduras, cremas, y cuando llegamos a la adolescencia parece que desarrollamos un gusto exquisito por alimentos poco saludables como hamburguesas, fritos, etc. Pero cuando pasamos la barrera de los 20 se desarrollan gustos por alimentos que anteriormente no soportábamos y a la vez se despiertan en nosotros recuerdos y sabores que nos recuerdan a la niñez con tan solo llevarnos a la boca un bocado de algo. Al igual que pasa con los olores.

Por eso, ¿qué bocado os recuerda y os teletransporta a vuestra infancia? ¿El mío? Una galleta. No hay nada más trivial y que me recuerde a mi infancia que unas galletas mojadas en un vaso de leche. Os doy la opción de un café con leche también ya que somos mayores.

La receta que os dejo hoy fue mi desayuno de esta semana pasada, unas galletas de muesli ricas en sabor y cereales para llenarnos de energía. Además, éstas no llevan mantequilla por lo que "en cierta medida" cuidamos la figura.



Ingredientes:
230 gr. de muesli (yo utilicé marca Hacendado, la caja roja que lleva pepitas de chocolate)
260 gr. de harina
150 gr. de azúcar (100 gr. de azúcar moreno + 50 gr. de azúcar de vainilla)
1 medio sobre de levadura
Una pizca de sal
2 huevos
150 ml. de aceite virgen extra


Elaboración:
Primero batimos los dos huevos, el azúcar, la sal y el aceite hasta que esté todo bien integrado. Siempre con una cuchara de madera o con una lengua o espátula. A continuación añadimos el muesli, la harina y la levadura mezclando todos los ingredientes hasta que se hayan unido por completo y no queden grumos de harina sin deshacer. Se formará una pasta que podemos empezar a colocar en una bandeja con papel de horno formando montoncitos que aplastaremos y daremos forma redonda o como en mi caso, que la masa resultante repose en el frigorífico entre 2 y 4 horas. El muesli se ablandará un poco por la humedad de la masa pero una vez que estén cocidas las galletas quedan más jugosas. Su textura interior me recuerda a la del brownie o a esas masas que aún les falta un pelín para estar en su punto. A mí personalmente me vuelve loco esta textura.

Una vez que las tengamos ya posicionadas en la bandeja introducimos las galletas en el horno hasta que veamos que empiezan a ponerse doradas por los bordes. Éste es el momento exacto en el que hay que sacarlas y dejarlas enfriar sobre una rejilla. Mientras enfrían irán cogiendo más consistencia e irán endureciéndose. Estas galletas no llegan a estar totalmente crujientes pero es esa particularidad por la que a mí me han gustado bastante. De hecho durante esta semana no han faltado dos galletas durante mis desayunos. 


viernes, 30 de agosto de 2013

Domingo en casa

Hay días en los que a uno le apetece estar solo, encerrado en casa y sin ganas de ver a nadie. Ya sea por un motivo de peso o simplemente por pereza o un momento de bajón. Primera advertencia: estar solo en casa con Twitter abierto también cuenta como estar solo.


Eso es lo que me pasó el domingo pasado. Mis padres se fueron a ver a unos familiares y no vendrían hasta la noche. No me encontraba con muchos ánimos en mi caso particular por culpa de pensamientos  de incertidumbre laboral, personal y ya de paso también incertidumbre estatal. Una vez que me pongo a ser pesimista y a pensar lo hago por todo el país que se me da muy bien.

Los planes que se me ofrecían tampoco me eran muy apetecibles en ese momento. No eran planes de gran peso que me hiciesen saltar del sofá con expectación por lo que me esperaba hacer. Pero algo tenía que hacer. Podría estar en el sofá sin hacer ni esperar nada o podría estar en el sofá esperando a que algo se hiciese en el horno. Por lo que me decidí a meterme en la cocina.

Cocinar de relaja, me anima, me motiva, me sorprende… En resumen, me fascina. Esto era lo que me hacía falta para sacarle algo de partido al día. Me decidí por unas magdalenas de chocolate blanco que nunca antes había probado. Además, tenía la excusa de que el día anterior había comprado un molde nuevo para magdalenas y no me podía esperar más a estrenarlo. Busqué la receta, saqué los ingredientes, los pesé y me puse manos a la obra.

Esta receta está extraída de un libro que compré hará unos dos años en Carrefour. A la vista parecía un libro de estos cutre (si fuese una cinta de casete estaría en una gasolinera) sin autor, pero a mí me llamó la atención y acabé por comprarlo. ¿Sabéis lo que os digo? Que no me arrepiento para nada de haberlo comprado. El libro está compuesto por 1000 recetas clásicas y riquísimas de repostería. Pero además, lo mejor de todo es la Introducción, los consejos y las preparaciones básicas como cremas, salsas, almíbares… Y otro aliciente en este libro es su presentación interior con letra cuidada y márgenes decorados. Mi consejo: es cierto eso de que nunca juzgues a un libro por la portada. A las personas sí, pero a los libros nunca los juzguéis por su portada.




Ingredientes:

250 gr. de azúcar (125 gr de azúcar normal + 125 gr. de azúcar de vainilla)
200 gr. de harina
4 huevos
125 gr. de mantequilla
Ralladura de un limón
½ sobre de levadura
140 gr. de chocolate blanco para fundir

Elaboración:

Trabajamos en un bol y con una espátula la harina, el azúcar, los huevos y la ralladura de limón durante 5 minutos hasta que la mezcla quede blanquecina y ligera. Después añadimos la mantequilla derretida y volvemos a mezclar hasta que ésta esté totalmente incorporada.

Derretimos el chocolate blanco poco a poco para que no se queme si lo hacemos en el microondas o al baño maría en un cazo. Una vez derretido incorporamos el chocolate a la mezcla moviendo en círculos para que se vayan mezclando todos los ingredientes. Tras esto, añadimos la levadura en forma de lluvia y continuamos meneando.  Cuando lo tengamos todo mezclado, dejamos reposar la mezcla en el frigo durante 4 horas.

Una vez pasado el tiempo, y tras precalentar el horno a 180ºC, ponemos la mezcla en moldes para magdalenas hasta unos 2/3 de su capacidad. Las metemos en el horno y terminamos la cocción a 160ºC para que el centro suba y termine de hacerse. Las sacamos y dejamos enfriar.



viernes, 23 de agosto de 2013

Universidad

La etapa de la que os hablaba en mi primer post comprende desde septiembre de 2006 hasta julio de 2013. 7 años llenos de personas, cuatro casas diferentes, un año Erasmus, experiencias, apuntes y lecturas. Y más apuntes. Pero todo esto se puede resumir en una palabra: UNIVERSIDAD.


Una licenciatura y un máster dieron para mucho. He podido conocer gente que finalmente se han convertido en amigos, he experimentado lo que es compartir un hogar y una cierta independencia, y también he cocinado mucho. Venga va.., lo reconozco, también he bebido mucho pero esto se debe perdonar porque uno era “joven y universitario”. 

Tengo la suerte de tener una madre que antes de que me fuese a la capital de provincia (sí, soy una provinciana de pega con su cesta con flores, delantal de lunares y pañuelo en la cabeza) me enseñó a cocinar algunos platos simples para poder sobrevivir a los años de universidad. Creo que fue ahí cuando empezó a picarme en gusanillo por la cocina y la repostería. Y echando la vista atrás pienso que he sido una de esas pocas personas que no gorroneaban a su madre poniendo cara de perrito lastimoso rogando unos tuppers de comida. Aunque con mi madre eso no pasa. Mi madre es como los bares y restaurantes de pueblo, “tú no pides, sino que son ellos los que te ponen” (gran frase de mi amigo C.).

En esto años ha sido cuando más he disfrutado de lo que me ha dado la cocina. Podía cocinar lo que quisiese y equivocarme las veces que quisiese. Las ventajas de vivir solo y que nadie vea los desastres a los que yo puedo llegar... Pero para este segundo post, aunque  yo considero que realmente es la verdadera prueba de fuego en la iniciación como blogero, me debatía entre una receta espectacular y que sorprendiese o una receta fácil y que también llegase a sorprender. Me he decantado por la segunda opción, la fácil. Por dos motivos principales: el primero porque esta receta me ha acompañado en mis desayunos de muchas mañanas antes de irme a clase o de ponerme a estudiar, y el segundo motivo es porque no sé hacer cosas espectaculares. Aún no.

Se trata de un bizcocho de manzana y canela muy fácil de hacer pero a la par es el perfecto acompañamiento a nuestro café y tostadas a primera hora de la mañana. Sobre todo digo que es muy fácil de elaborar porque no lleva muchos ingredientes y porque éstos se miden en vasos de yogur. Además este bizcocho nos ayuda a coger fuerzas para hacer frente a todo lo que se nos ponga delante a lo largo del día.

Espero que os guste ya que para mí éste es uno de mis bizcochos preferidos junto al de chocolate y al de plátano. Me encantaría que si lo llegáis a hacer me dijeseis qué tal os ha salido y cómo lo mejoraríais. 

Ingredientes:
1 yogur natural
1 vaso de yogur de aceite (mejor de girasol o de oliva suave)
2 vasos de yogur de azúcar (más una cucharada de azúcar de vainilla)
3 vasos de yogur de harina
1 manzana
1 cucharadita de canela
3 huevos
1 sobre de levadura

Elaboración:
En un bol batimos los tres huevos, el yogur, el aceite y el azúcar. En otro bol mezclamos la harina, la cucharadita de canela y el sobre de levadura. Tras esto añadimos los ingredientes secos tamizándolos al bol de los ingredientes húmedos y lo mezclamos todo con movimientos envolventes y suaves.

 Luego troceamos la manzana en dados pequeños y lo añadimos a la mezcla y volvemos a mezclar para que la manzana se introduzca bien en la masa. Lo volcamos todo en un molde previamente untado en mantequilla y harina para evitar que el bizcocho se pegue a los bordes.

Precalentamos el horno a 180Cº y una vez caliente introducimos el bizcocho durante 40 minutos. Como cada horno es un mundo, lo que yo hago es ir pinchándolo de vez en cuando con un cuchillo o una brocheta. Una vez que éste o ésta salgan limpios significa que el bizcocho está listo. Dejamos reposar y enfriar y a comer. 

*Con las temperaturas ahora en verano y más viviendo en Murcia yo recomiendo meter el bizcocho en el frigorífico para que aguante más. La manzana al ser fruta, y aunque está cocinada en el interior del bizcocho, puede ponerse en malas condiciones fuera del frigorífico. 

lunes, 19 de agosto de 2013

Toda receta tiene una historia detrás

Siempre he querido escribir. De hecho alguna parte de mí siempre he querido ser escritor o al menos colaborar en alguna edición. ¿Soy un escritor frustrado antes incluso de querer serlo? Quizás escritor sea una de esas palabras mayores que nos dan miedo utilizar. Incluso más que mayores, diría que palabras jubiladas. Ésta es la razón por la que muchas personas se creen buenos escritores y no aceptan críticas ni comentarios de sus lectores que son quienes les dan de comer en realidad. Y vosotros os preguntaréis: “¿Y qué tiene que ver que sea “escritor” una palabra mayor y que haya escritores que se creen buenos y que en realidad no lo son?”. Pues yo os lo explicaré encantado. En nuestra sociedad, o más bien en esta sociedad en la que prima la tecnología y el egoconsumismo juvenil, nuestros mayores cada vez son más menospreciados a los que la falta de respeto es cada vez más implícita en la edad. Soy de los que opinan que estos mayores, o a lo que viene a ser lo mismo “escritores”, son una fuente inagotable de información, sabiduría y aprendizaje; pero que sin en cambio los infravaloramos.

Pero no me quiero ir por las ramas y debo centrarme en el tema que nos acontece. O que a mí me acontece. Desde hace tiempo me ronda por la cabeza la idea de escribir (no me valgo de los tópicos de “expresar lo que siento y así poder desahogarme”) o empezar a escribir en un blog. Pero aquí surge la duda de: “¿Sobre qué escribir?”. Reconozco que no se me da bien hablar de mis sentimientos, más bien me resulta difícil (no os daré la tabarra con mis frustraciones y días pesimistas). Reconozco que no se me da bien imaginar personajes y tramas en las que un lector se enganche y se quede absorto con la historia (no os daré la brasa con historias como las de Ken Follet o George R. R. Martin). Reconozco que no se me da bien hacer bromas ingeniosas en las que estéis dos días acordándoos de mi gran chiste o ingeniosidad (no os daré la murga con chistes malos sin gracia alguna). ¿Y qué se me da realmente bien a mí? Pues creo que nada.

Otra cosa bien diferente a todo esto es lo que te guste hacer. No soy escritor, pero me gusta leer. No soy cocinero ni repostero, pero me gusta cocinar y la repostería. Con ambas cosas me relajo y me puedo evadir de problemas y momentos en los que uno a veces incluso de cuestiona su existencia en este mundo. Por eso doy el paso a empezar este blog intentando combinar las ambas facetas.

Llevo años leyendo blogs. Son las páginas y las plumas de escritores a los que no se les da la oportunidad de publicar lo que crean. Soy muy vergonzoso y me da “cosa” que lean lo que escribo pero en cierta parte esto que escribo es lo que diría en una conversación con un amigo mientras tomamos un café o cenamos. Se me viene a la cabeza una película y un blog.  Ambos muy similares o al menos eso es lo que me transmite a mí (espero no estar metiendo la pata ni ofender a nadie con esto, lo hago desde el respeto y la admiración). Se trata de la película Julie&Julia y del blog de Mikey Fermández. Adoro como se combina una experiencia de la vida con la cocina, como se relaciona una historia específica con una receta concreta.


No sé como resultará esta experiencia y si dará lugar a muchas recetas en este blog. Quizá todo sea el resultado de un cúmulo de miedos, frustraciones, dudas e inseguridades de una nueva etapa que empieza. O que quiero que comience.