viernes, 23 de agosto de 2013

Universidad

La etapa de la que os hablaba en mi primer post comprende desde septiembre de 2006 hasta julio de 2013. 7 años llenos de personas, cuatro casas diferentes, un año Erasmus, experiencias, apuntes y lecturas. Y más apuntes. Pero todo esto se puede resumir en una palabra: UNIVERSIDAD.


Una licenciatura y un máster dieron para mucho. He podido conocer gente que finalmente se han convertido en amigos, he experimentado lo que es compartir un hogar y una cierta independencia, y también he cocinado mucho. Venga va.., lo reconozco, también he bebido mucho pero esto se debe perdonar porque uno era “joven y universitario”. 

Tengo la suerte de tener una madre que antes de que me fuese a la capital de provincia (sí, soy una provinciana de pega con su cesta con flores, delantal de lunares y pañuelo en la cabeza) me enseñó a cocinar algunos platos simples para poder sobrevivir a los años de universidad. Creo que fue ahí cuando empezó a picarme en gusanillo por la cocina y la repostería. Y echando la vista atrás pienso que he sido una de esas pocas personas que no gorroneaban a su madre poniendo cara de perrito lastimoso rogando unos tuppers de comida. Aunque con mi madre eso no pasa. Mi madre es como los bares y restaurantes de pueblo, “tú no pides, sino que son ellos los que te ponen” (gran frase de mi amigo C.).

En esto años ha sido cuando más he disfrutado de lo que me ha dado la cocina. Podía cocinar lo que quisiese y equivocarme las veces que quisiese. Las ventajas de vivir solo y que nadie vea los desastres a los que yo puedo llegar... Pero para este segundo post, aunque  yo considero que realmente es la verdadera prueba de fuego en la iniciación como blogero, me debatía entre una receta espectacular y que sorprendiese o una receta fácil y que también llegase a sorprender. Me he decantado por la segunda opción, la fácil. Por dos motivos principales: el primero porque esta receta me ha acompañado en mis desayunos de muchas mañanas antes de irme a clase o de ponerme a estudiar, y el segundo motivo es porque no sé hacer cosas espectaculares. Aún no.

Se trata de un bizcocho de manzana y canela muy fácil de hacer pero a la par es el perfecto acompañamiento a nuestro café y tostadas a primera hora de la mañana. Sobre todo digo que es muy fácil de elaborar porque no lleva muchos ingredientes y porque éstos se miden en vasos de yogur. Además este bizcocho nos ayuda a coger fuerzas para hacer frente a todo lo que se nos ponga delante a lo largo del día.

Espero que os guste ya que para mí éste es uno de mis bizcochos preferidos junto al de chocolate y al de plátano. Me encantaría que si lo llegáis a hacer me dijeseis qué tal os ha salido y cómo lo mejoraríais. 

Ingredientes:
1 yogur natural
1 vaso de yogur de aceite (mejor de girasol o de oliva suave)
2 vasos de yogur de azúcar (más una cucharada de azúcar de vainilla)
3 vasos de yogur de harina
1 manzana
1 cucharadita de canela
3 huevos
1 sobre de levadura

Elaboración:
En un bol batimos los tres huevos, el yogur, el aceite y el azúcar. En otro bol mezclamos la harina, la cucharadita de canela y el sobre de levadura. Tras esto añadimos los ingredientes secos tamizándolos al bol de los ingredientes húmedos y lo mezclamos todo con movimientos envolventes y suaves.

 Luego troceamos la manzana en dados pequeños y lo añadimos a la mezcla y volvemos a mezclar para que la manzana se introduzca bien en la masa. Lo volcamos todo en un molde previamente untado en mantequilla y harina para evitar que el bizcocho se pegue a los bordes.

Precalentamos el horno a 180Cº y una vez caliente introducimos el bizcocho durante 40 minutos. Como cada horno es un mundo, lo que yo hago es ir pinchándolo de vez en cuando con un cuchillo o una brocheta. Una vez que éste o ésta salgan limpios significa que el bizcocho está listo. Dejamos reposar y enfriar y a comer. 

*Con las temperaturas ahora en verano y más viviendo en Murcia yo recomiendo meter el bizcocho en el frigorífico para que aguante más. La manzana al ser fruta, y aunque está cocinada en el interior del bizcocho, puede ponerse en malas condiciones fuera del frigorífico. 

5 comentarios:

  1. Riquísimo!!! Desde que me diste esta receta hace ya unos cuantos años se ha convertido en mi bizcocho comodín. Está espectacular! Espero los de chocolate y plátano con ilusión que viniendo de ti, los pruebo seguro ;)
    Rita

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  2. Lo de los tupper me ha recordado cuando yo vivía con mi expareja, y mi madre me mandaba tuppers ya que yo almorzaba solo en el trabajo, que era lejos de casa y a jornada partida.
    Una semana me dio como siete tuppers de caldo de puchero para que yo le cociese lo que quisiera. Esa semana a mi ex y a mí se nos rompió el amor de tanto usarlo, y cuando se lo dije a mi madre, en plan "vuelvo a casa" me dice "Ay, qué pena, con la de tuppers que te mandé el otro día". Así son las madres.

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  3. jajaja las madres de pueblo son así. La mía sigue haciéndome tuppers (pese a que mi experiencia universitaria queda ya muy muy lejana) y se queja de que siempre tengo el congelador lleno y no me los puede dar. El bizcocho pinta bien, me lo apunto a la lista de "cosas ricas por hacer" :)

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