¡Ay Suecia! Cuánto nos
has dado al resto de europeos… De ti hemos aprendido las canciones de ABBA,
hemos visto renos, hemos bebido el Aboslut IceBar, hemos probado tu comida
ciertamente asquerosa y tu pescado podrido, pero también hemos disfrutado con
tu maravillosa repostería y panadería.
Nunca he hablado de mi
teoría gastronómica y lo voy a hacer ahora. Yo tengo la teoría de que en el
hemisferio norte, y más concretamente en Europa, cuanto más al norte subimos la
repostería va mejorando. Es decir, la calidad de la repostería es proporcional
a la cantidad de kilómetros que subimos.
Y es que no hay dulce
sueco más conocido que los “kanelbullar”, también conocido en la lengua de Don
Quijote como “rollitos de canela”. IKEA ayudó a que en España se conociese este
famoso dulce ya sea en forma lista para comer o congelada para hacerlos en el
horno.
Su forma en espiral hipnótica, su olor a canela y su textura suave y esponjosa casi hojaldrada en su versión inglesa hace de este dulce un manjar que muy poca gente se resistir a comer (sólo los alérgicos a la canela y personas obsesionadas con el gimnasio). Por esta razón, hoy os traigo esta receta. También he decir que el ver en Instagram una foto de los “kanelbullar” de un tuitero me dio la idea de volver hacer este dulce ya que hacía años que no lo había vuelto a elaborar.
Cuando lo probéis solo podréis decir una cosa entre balbuceos y con la boca llena: ¡Viva Suecia!
Ingredientes:
500gr. de harina de
fuerza
25gr. de levadura
fresca/de panadero
250ml. de leche
75gr. de mantequilla
50gr. de azúcar
1 cucharadita de sal
Manteca, azúcar, canela
(no utilicé cantidades exactas)
Elaboración:
Comenzando mezclando en
un bol la harina, el azúcar y la sal. Por otro lado calentamos la leche a unos
37ºC (caliente pero que no llegue a quemar) y una vez que esté lista añadimos
la levadura y la deshacemos en la leche. Tras esto añadimos a la mezcla de la
harina la leche con la leche y la mantequilla en pomada. Con una cuchara de
madera amasamos hasta que los ingredientes se unan. Pasamos la masa a una
superficie enharinada y con la ayuda de más harina amasamos bien hasta que
consigamos una masa lisa. Le damos forma de bola y la introducimos en el bol
tapada con un film transparente o un trapo y la dejamos reposar hasta que doble
o triplique su tamaño (2 ó 3 horas).
Pasado este tiempo
volvemos amasar en una superficie enharinada sacando el aire que se ha formado
en el interior de la masa. Después os recomiendo dividir la masa en dos para
que sea más fácil manejarla. Con un rodillo estiramos la masa hasta formas un
rectángulo de menos de 1cm. de grosor. Con la masa una vez estirada, cogemos
una cucharada de manteca y con las manos vamos untándola por toda la superficie
de la masa. Con el calor de las manos la manteca se irá derritiendo y será más
fácil de usar. Debemos de proporcionar a la masa una capa generosa de manteca.
No sé deciros las cantidades porque yo lo hice a ojo. Si hace falta más manteca
cogemos otra cucharada y la untamos. A continuación cubrimos toda la superficie
con azúcar y canela.
Tras esto, empezamos a
enrollar la masa. Primero desde el lado más ancho formando un rollo. Lo único
que queda ya por hacer es cortar la masa. En las fotos que os muestro muestran
las dos formas en las que yo la corté. En rollitos o en cuadrados.
Colocamos las porciones
en una bandeja de horno con papel apto para éste, pintamos cada rollo con huevo
y con el horno bien precalentando introducimos la bandeja a unos 160ºC hasta que
estén dorados. Dejamos enfriar.
Buenísimos!!!
ResponderEliminarMe alegro que te gustasen
EliminarEstaban tan buenos que desaparecieron en un momento!!! Geniales Antonio!!!
ResponderEliminar¿En serio? Muchas gracias
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